
Columna de Opinión:
Comunicación marítima y riesgos globales: una prioridad para Chile
Por Juan Carlos Galdámez. LLM (Wales, UK Maritime Law). Director-Secretario, Liga Marítima de Chile
El conflicto prolongado en Gaza y su progresiva expansión regional han incrementado la presión sobre rutas marítimas estratégicas para el comercio global. Una de las más sensibles es el Estrecho de Ormuz, por donde transita más del 20% del petróleo mundial. Su eventual disrupción prolongada afectaría directamente el flujo energético internacional y la estabilidad logística global.
Chile, cuya economía depende en más de un 90% del transporte marítimo y cuya matriz energética se basa fundamentalmente en combustibles fósiles importados, enfrenta una exposición significativa frente a este tipo de eventos. Alteraciones sostenidas en las principales rutas oceánicas pueden traducirse rápidamente en alzas de costos logísticos, presión inflacionaria, interrupciones en el abastecimiento y pérdida de competitividad en nuestros sectores productivos.
Frente a este contexto, es indispensable avanzar hacia una estrategia nacional preventiva, orientada a mitigar la vulnerabilidad estructural del país frente a disrupciones del entorno marítimo internacional. Esta estrategia requiere planificación, coordinación interinstitucional y visión de largo plazo.
Desde una perspectiva técnica, al menos cinco líneas de acción resultan prioritarias:
1. Diversificación energética, mediante la producción nacional de hidrógeno verde, reservas estratégicas de combustibles y contratos de abastecimiento con socios estables.
2. Modernización de la infraestructura portuaria, con criterios de resiliencia operativa y fortalecimiento de la macrozona austral como corredor logístico alternativo.
3. Implementación de un sistema nacional de alerta temprana, basado en monitoreo satelital y análisis geoestratégico permanente.
4. Participación diplomática activa en foros multilaterales, especialmente aquellos vinculados a la protección de rutas marítimas y la seguridad logística.
5. Gobernanza oceánica integrada, que articule eficazmente a la Armada, DIRECTEMAR y los Ministerios de Defensa, Transporte, Energía y Relaciones Exteriores en torno a una política marítima común.
Ahora bien, junto con estas medidas, es necesario un cambio de enfoque más profundo. Chile, como nación oceánica, debe dejar de mirar el mar como un borde pasivo. Hoy, el mar es frontera activa, plataforma de conexión y eje estratégico de seguridad. La protección de nuestras rutas no se logra solo con tratados o discursos; se logra con planificación, presencia y visión.
Porque en este siglo incierto, lo que ocurre en el mundo se propaga por mar. Y el mar, por tanto, es el centro desde el cual debemos defender nuestra soberanía y nuestro futuro.
Incorporar esta mirada no es retórica, es necesidad. La comunicación marítima no puede ser tratada como un asunto sectorial: es una condición crítica para la estabilidad económica, energética y logística del país. Asegurar su funcionamiento continuo debe convertirse en parte estructural de la política pública nacional.
Valparaíso, 25 junio 2025