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Columna de Opinión:

Reflexiones desde el Pacífico Sur-Oriental

Reflexiones desde el Pacífico Sur-Oriental

Columna de Opinión:

Reflexiones desde el Pacífico Sur-Oriental

Por Hugo Barra Salcedo, Director de la Liga Marítima de Chile

Irán, un país en donde la fusión de la identidad persa y el islam chiita definen a sus habitantes, está gobernado desde 1979 por una dictadura teocrática liderada por un clérigo musulmán chiita que recibe la denominación de Ayatolá. Sus adherentes lo creen descendiente de Mahoma, creen firmemente que es quien mejor puede interpretar el Corán y le asignan una sabiduría suprema. Bajo su liderazgo, los chiitas dividen al mundo entre buenos y malos, son adversarios de sus primos sunitas y tienen por objetivo político permanente, hacer desaparecer al Estado de Israel.

El cargo, que hoy es ejercido por el Ayatolá Ali Jamenei, y su régimen está protegido militarmente por la Guardia Revolucionaria, quienes tienen incluso mayor jerarquía política y militar que el Ejército regular de Irán.

Irán es el tercer productor mundial de petróleo, su economía depende en un 85 % de su exportación de crudo, y más del 90% de su exportación sale desde la isla Kharg para transitar por el Estrecho de Ormuz. La Isla de Kharg está a algunos cientos de kilómetros desde donde hace casi 4.000 años, Abraham, padre de las tres religiones monoteístas, (Judaísmo, Cristianismo e Islam), por orden de Yahvé (Dios) cruzara el Eufrates  para peregrinar hacia Canaan, hoy territorio israelí.

Con recursos provenientes de sus exportaciones de crudo, Irán sustenta su yihad islámica o guerra santa, para... imponer la ley islámica o sharía en el orden político, económico y cultural, financiando a los grupos terroristas que combaten a Israel. Hamás en Gaza, Hezbolá en Líbano, Hutis en Yemen, grupos terroristas chiitas en Irak y las bases de milicias chiitas que derrocaron a la dictadura familiar alauita (chiita también) de Bashar al Assad, en Siria.

En consecuencia, un Irán en posesión de armas nucleares comprometía vitalmente la sobrevivencia del Estado de Israel, lo que sumado a la evidencia del progreso en el proceso de enriquecimiento de uranio, gatilló el que Israel atacara la cabeza de la serpiente.

Una operación cuidadosamente planificada a 2.000 km de Tel Aviv, que no obstante causó asombro mundial, no tuvo el resultado final previsto. La reacción militar iraní dejó al descubierto las vulnerabilidades del escudo antimisiles de tres capas, la insuficiente provisión de misiles interceptores de Israel y la magnitud del esfuerzo financiero necesario para sostener el conflicto bélico. Se habla de US$200 millones diarios.

Desde Washington D.C, los Estados Unidos en la convicción de que un conflicto prolongado en el medio oriente en nada colabora a hacer “America great again”, decidió “terminar el trabajo”, demostrándole, de pasada, a sus potenciales adversarios que tiene la capacidad de golpear efectivamente, a 10.500 km de distancia.

China, por su parte, principal cliente del crudo iraní, depende vitalmente del tránsito seguro de los casi 1,8 millones de barriles diarios, (16 % de su demanda total), que necesariamente deben navegar por el Estrecho de Ormuz, y no está dispuesto a arriesgar su cierre. Rusia es amigo de Irán porque este a su vez es enemigo de Estados Unidos, pero no depende económicamente de Irán y además, está involucrado más allá de lo previsto, en la guerra con Ucrania.

El mundo árabe, en su mayoría sunita (85 %), en algunos casos declarados enemigos, no apoyará a sus adversarios persas - chiitas.

Reflexión final

El tiempo permitirá saber por qué el reconocido eficaz aparato de inteligencia israelí no previó el ataque de Hamás el 7 de Octubre del 2024, en el aniversario número 50 de la Guerra de Yom Kipur.

De seguro los acaecimientos, que a la redacción de esta columna aún evolucionan, se agregarán a los milenarios conflictos que se han desarrollado y de seguro seguirán desarrollándose en la tierra de Canaán (nieto de Noé), sin embargo desde el cuadrante sur – oriental del océano Pacífico, Liga Marítima de Chile, constata  una vez más, que la seguridad internacional global, en un mundo cada vez más interdependientes,  requiere de la estabilidad de las rutas marítimas para el intercambio de bienes, servicios y hoy cada vez más, de las estratégicas rutas digitales por donde “navegan” información y data vital en general, factores que afectan también a nuestro país y al continente sudamericano. El respeto al derecho internacional marítimo, la libertad de navegación y el rol de los océanos como espacios de paz, cooperación y comunicación deben ser resguardados y reforzados, no debilitados.

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