Columna de Opinión:
182 años del Estrecho de Magallanes: Soberanía y Proyección Antártica
Por Juan Carlos Galdámez Naranjo LLM (Wales, UK) Director-Secretario de la Liga Marítima de Chile
El sur profundo no es una periferia. Es el origen de una épica.
Este 21 de septiembre se cumplen 182 años desde que flameó por primera vez la bandera chilena en el Estrecho de Magallanes, cuando la goleta Ancud, al mando del capitán Juan Williams, consolidó la presencia nacional en uno de los puntos más estratégicos del planeta. Esta gesta, muchas veces conmemorada pero pocas veces comprendida en su dimensión geopolítica; representa un pilar fundacional del Chile oceánico y tricontinental.
Esta fecha no es solo una efeméride. Es la conmemoración de un acto de visión estratégica que reafirma nuestra vocación de nación marítima y polar, y que debe traducirse hoy en una política nacional coherente y sostenida en los espacios australes, marítimos y antárticos.
El Estrecho: nodo geoestratégico y pilar de la conciencia marítima nacional
Chile no es un país largo y angosto, sino un país abierto por el océano, cuyo territorio se proyecta hacia la Antártica y Oceanía a través de la lógica del mar. En esa visión, el Estrecho de Magallanes cumple una función estructural: es el umbral natural del sur del mundo, una bisagra entre el Pacífico y el Atlántico, y la antesala de nuestro legítimo interés en la Antártica.
Asegurar soberanía en el Estrecho no es solo controlar un corredor de navegación; es mantener vigente un principio geopolítico: "El mar es el espacio vital de Chile y su frontera más decisiva."
Soberanía con arraigo, no solo con presencia
Uno de los elementos que la Liga Marítima ha impulsado es la necesidad de una presencia integral y permanente en los territorios extremos, no solo con bases militares o científicas, sino con comunidades vivas, servicios públicos, conectividad, identidad cultural y liderazgo cívico.
La presencia de mujeres como Venancia Elgueta e Ignacia López en la expedición de 1843 es prueba de que la soberanía comienza con familias, con vida, con comunidad. Hoy, en pleno siglo XXI, el desafío no ha cambiado: si no hay arraigo humano, no hay soberanía real.
La proyección antártica: el eslabón pendiente del proyecto marítimo nacional
La Antártica no es un anexo ni una consigna, sino una prolongación natural del territorio chileno y un eje geopolítico clave para las próximas generaciones.
Chile tiene todo para liderar: ubicación privilegiada, historia, tratados, bases logísticas y científicos comprometidos. Pero aún falta narrativa estratégica, presencia efectiva y voluntad política para asumir ese rol.
El “Chile país tricontinental” debe pasar del discurso a la estrategia. Y el sur austral, Estrecho, Patagonia y Antártica, debe ser el corazón simbólico y operativo de esa estrategia nacional oceánica.
Reactivar la visión: de la memoria al diseño de futuro
La Liga Marítima de Chile ha insistido durante más de un siglo que la conciencia marítima debe ser parte del alma nacional. No se trata solo de mirar el mapa, sino de cambiar el paradigma:
- Chile no debe vivir de espaldas al mar, sino proyectarse a través de él.
- Debemos tener flotas, bases, ciencia, educación oceánica y liderazgo glacial.
- Y debemos renovar nuestra mirada sobre el Estrecho de Magallanes, no como un hito del pasado, sino como un umbral al futuro.
Epílogo: el viento, el hielo y la vocación oceánica
El acto fundacional de 1843 no fue solo una toma de posesión. Fue una afirmación existencial: Chile eligió ser un país oceánico, polar y austral. Hoy, esa elección sigue vigente. Pero requiere decisión.
Porque defender el Estrecho es defender la ruta hacia el alma tricontinental de Chile.
Porque la Antártica no se hereda: se conquista con presencia, ciencia y comunidad.
Y porque el mar, el hielo y el viento no son el fin del mundo, sino el principio de nuestra verdadera identidad como nación de proyección oceánica.
Valparaíso, 21 de septiembre del 2025
¡Viva el Estrecho, viva la Antártica y viva Chile, país del fin…
y del comienzo del mundo!